El saludo al sol es un movimiento muy corto y sencillo que se practica tanto en Yoga como en TaiChi. Aunque los movimientos varían ligeramente la esencia es la misma.

Generalmente se practica al inicio de cada sesión para preparar el cuerpo, empezar a estirarlo y aquietar la mente.

Cuando lo realizamos con regularidad el cuerpo y la mente se acostumbran a trabajar unidos, únicamente concentrados en ese sencillo movimiento, anticipando el trabajo que se realizará después.

Los yoguis lo llaman también Suryanamaskar, que es su nombre en sánscrito, y lo practican preferentemente a la salida del sol, como homenaje al inicio de la vida, de la bienestar y la longevidad.

Puesto que no es únicamente una acura, sino que es un movimiento completo, combina estiramientos y respiración junto con la meditación.

Puedes hacerlo en silencio o puedes recitar algún mantra si te ayuda a relajar la mente.

En Yoga partiremos del saludo al sol inicial, estando de pie, cuerpo erguido pero relajado y pies juntos.

Inspiramos profundamente.

Despacio juntamos las manos a la altura del pecho, como si fuéramos a rezar, mientras vamos soltando todo el aire, e inclinamos la cabeza estirando las cervicales.

Después inspiramos levantando los brazos estirados por encima de la cabeza, llevándolos hacia atrás a la vez que también echamos la cabeza hacia atrás arqueando un poco la espalda.

No te fuerces, sólo tienes que estirarte, como un gato, dejando entrar el aire.

Con los brazos estirados vamos soltando todo el aire mientras bajamos las manos hasta intentar tocar con ellas las puntas de los dedos.

Mira tambien:  Remodela tus hábitos alimenticios

Recuerda mantener las piernas estiradas, sin forzar, doblando muy ligeramente las rodillas.

Y no te preocupes si no llegas con las manos a los pies, lo importante es que estires la columna.

Desde esta acura inspiramos mientras retrasamos la pierna izquierda y doblamos la derecha para mantener el equilibro, hasta que la rodilla izquierda y el empeine quedan apoyados en el suelo (no apoyes la rodilla si te sientes más cómodo).

Retenemos el aire mientras estiramos la otra pierna hasta quedarnos apoyados solo en los dedos de los pies y las manos (como si fuéramos a hacer flexiones), con el abdomen firme y la mirada hacia abajo.

No es necesario aguantar mucho, un par de segundos es suficiente.

Con la práctica puedes aguantar un poco más.

Apoyamos las rodillas y a la vez que expulsamos el aire flexionamos los brazos y deslizamos el cuerpo hacia adelante apoyando ligeramente el pecho en el suelo. El movimiento debería ser suave y sinuoso.

Hacemos un arco completo con la espalda inspirando de nuevo al levantar cabeza y pecho y estirar los brazos, echando los hombros y la cabeza ligeramente hacia atrás. De nuevo no te fuerces, deja que tu cuerpo ponga los límites.

Suelta el aire bajando la cabeza a la vez que levantas las caderas y estiras los brazos y las piernas, como si te quedaras a cuatro patas pero con las piernas estiradas. Acerca el mentón al pecho y estira suavemente las cervicales de nuevo.

Desde aquí vamos a volver a levantarnos repitiendo el proceso de dejar una pierna doblada y otra estirada, así que lleva tu pie izquierdo entre tus manos, dejando que tu empeine derecho quede apoyado en el suelo y levanta la cabeza para mirar ligeramente hacia arriba mientras inspiras profundamente.

Mira tambien:  El cerebro del corazón

Suelta el aire mientras juntas los dos pies levantando las caderas en el paso previo a ponerte de pie, dejando los dedos de las manos tocando los dedos de los pies (si puedes).

Inspira levantándote lentamente hasta dejar de nuevo las manos sobre la cabeza, la cabeza levantada y la espalda ligeramente arqueada hacia atrás. No hagas movimientos bruscos o podrías marearte.

Se trata de ser muy suave y amable con tu cuerpo.

Vuelve a la posición inicial de bienestaro, con las manos pegadas frente al pecho y la cabeza ligeramente inclinada mientras expulsas el aire.

En TaiChi el movimiento es menos exigente, más sencillo.

Te acostumbrarás a que en el TaiChi o en el Chikung las rodillas nunca están completamente estiradas, siempre quedan un poco flexionadas para evitar perjudicarlas, así que partiremos de una acura con los pies juntos, paralelos hacia adelante, y las piernas estiradas pero con las rodillas ligeramente flexionadas.

Inspira levantando los brazos estirados sobre la cabeza y echándote hacia atrás, arqueando la espalda y estirando el cuello mientras te miras la punta de los dedos de las manos.

Cuando tus pulmones estén llenos suelta el aire poco a poco y traza un círculo con ambas manos mientras tu cuerpo se va doblando hacia adelante. Continúa con el trazo mientras flexionas ligeramente las rodillas hasta rozar los dedos de las manos con los pies. Acerca tu nariz a las rodillas mientras vuelves a estirarlas suavemente (pero no completamente) y continúa trazando el círculo mientras levantas las manos por detrás de la espalda.

Aguanta el aire un par de segundos.

Realiza el movimiento inverso, trazando el círculo hacia adelante mientras flexionas las rodillas cuando las manos dibujan la parte más baja del círculo y volviendo a estirarlas cuando las levantas y arqueas la espalda hacia atrás mientras vuelves a llenar de aire tus pulmones.

Aguanta de nuevo el aire un par de segundos.

Repite este movimiento en series de 8 veces.

Mira tambien:  Consejos para cuidarte de las infecciones

Las primeras veces que pruebes cualquiera de los dos bienestaros al sol, mientras te concentras en respirar y colocarte te será fácil no pensar en nada más (¡en nada más que en mantener el equilibrio, claro!). Oirás tu cuerpo crujir y es posible que, si te exiges demasiado, te marees.

No lo hagas. No te exijas demasiado. No estás compitiendo.

¿Te has fijado alguna vez en cómo se estiran los gatos por las mañanas?

Haz eso, aprovecha de estirarte y de despertar. Despierta tu cuerpo y quiérete.