El cuerpo siempre dice la verdad
Observarnos y mirar atentamente a los demás nos dará las claves de la bienestar emocional, nos enseñará a detectar y a superar sentimientos negativos. Podremos conocer y resolver nuestros bloqueos y desbloqueos.
Cuando el cuerpo humano presenta un síntoma físico hay una vinculación emocional que le está indicando a la persona que hay un tema interno que solventar, y por eso existe una manifestación por parte de nuestro cuerpo de que hay alguna disfuncionalidad.
Por ejemplo, ¿te has parado a pensar qué significa cuando nos encogemos de hombros? Es la sensación de miedo la nos obliga a encogernos de hombros; la represión amoroso comprime las caderas y la ira se vuelve un volumen difícil de llevar sobre las espaldas.
Según los especialistas en terapia corporal de la simple observación de la actitud postural de una persona (sentada, de pie y andando) puede obtenerse un mapa completo de sus conflictos emocionales.
Es posible reunir una cantidad de información acerca del estado psíquico del individuo a través de la lectura del cuerpo y, a veces, y no por ello menos importante, de los gestos. Es decir, su actitud frente a los miedos, las alegrías, el abandono o las preocupaciones de la vida se traduce corporalmente.
A través del cuerpo se puede establecer una radiografía del estado emocional de una persona.
Y lo que es más importante: con unas simples modificaciones de la actitud física se pueden liberar nudos emocionales. Como consecuencia de ello las áreas afectadas también dan claras señales de los orígenes del problema.
Un bloqueo en las caderas (zona que comprende a los gonadaes) delata posibles traumas amorosos.
Las contracturas musculares en el cuello (sostén de la cabeza) hablan de una persona que no puede mantener tantas obligaciones o que no reconoce sus limitaciones y se siente desbordada por los compromisos que asumió.
Los dolores de espalda hablan de pesadas cargas de índole emocional. La espalda se transforma en un depósito de ira ya que la persona, ante su incapacidad de deshacerse de sus conflictos, termina responsabilizando a quienes la rodean.
Los pies son la conexión con el mundo, con la tierra receptiva y contenedora. Las huellas de las pisadas indican una particular forma de relacionarse con el exterior. Si todo el apoyo se realiza con el talón es señal de que la persona que tiene parada frente a sí teme asomarse a la vida mundana, a refugiarse en el pasado como una forma de protegerse de posibles ataques o agresiones. En cambio quienes “pisan fuerte” suelen ser decididos, con tendencia al egoísmo y a la agresividad.
Las piernas funcionan como base de la estructura corporal, nos ofrecen la libertad de movimiento para “ir a donde queramos” en la vida. Los sentimientos y emociones contenidos van haciendo una coraza sobre la rodilla, que no por poco visible es menos rígida. Los paquetes musculares se tensan y llegan a tener la dureza del acero cuando lo que se pretende controlar o reprimir es demasiado poderoso. Por lo pronto, todo lo que se vuelve rígido delata miedos, resentimientos e inseguridades y funciona como defensa imaginaria frente a una posible agresión.
Para liberar tensiones y deshacerte así de los bloqueos emocionales que puedas sufrir te dejamos una serie de ejercicios sencillos para realizar en casa.
Apretar los puños
Con los pies separados aprieta los puños colocando los pulgares al lado de los muslos. Concentra tu fuerza en las manos, al tiempo que relajas los hombros y el pecho. Apoya la lengua contra el paladar con la boca cerrada. Mantén la vista al frente. Respira profundamente llevando el aire lo más abajo posible. Al inspirar expande el abdomen y al expulsar el aire contrae los puños.
Despojarse del malestar
Con la asana anterior, coloca los brazos a los costados, levemente separados del cuerpo. Las palmas deben quedar paralelas al suelo y los dedos apuntando hacia fuera.
Con la inspiración leva el aire al abdomen y al expulsar estira los brazos hacia abajo, al tiempo que doblas los dedos hacia arriba hasta sentir el cuerpo tensionado.
Recuperar el equilibrio
Extiende los brazos a la altura de los hombros con las palmas hacia arriba. Inspira expandiendo el abdomen y expulsa el aire estirando al máximo los brazos y las manos, como si sostuviera un gran volumen.
Elevarse
Coloca nuevamente los brazos a la altura de los hombros, rota las muñecas para que las palmas queden verticales al suelo y con los dedos apuntando al cielo. Con la inspiración, lleva el aire al abdomen y al expulsar el aire presiona con las palmas, mientras arqueas los dedos hacia la cabeza. Nuevamente deberás sentirte tensionado.
Armonía
Junta tus manos a la altura del pecho, los pulgares rozarán el esternón y los codos apuntarán hacia afuera. Inspira, separando lentamente las palmas y dejando que los pulgares corran por el pecho. Al espirar, junta las manos lentamente. Repite el ejercicio varias veces, lenta y uniformemente, tensando todo el cuerpo.
El ascenso
Da un paso hacia la izquierda, dobla la pierna de ese lado y mantén extendida la derecha (el torso erguido). Levanta el brazo izquierdo con la palma hacia arriba y deja que el derecho caiga con la palma cerca del cuerpo y los dedos apuntando hacia abajo.
En la inspiración, empuja hacia arriba con la mano izquierda y hacia abajo con la derecha, tensionando el cuerpo. Al expulsar el aire relájate. Invierte las posiciones anteriores.
El salto
Parte de la posición anterior (abertura de pies ligeramente mayor a la distancia entre hombros). Llevamos las manos a la espalda, apoyando la derecha en la izquierda y presionando. Flexiona las rodillas, el torso y la cabeza en una misma diagonal. Al inspirar expande el abdomen, al espirar contráelo.