El modo en que nos sentimos jugaría un papel importante en cómo vemos (literalmente) el mundo, y en particular en cómo percibimos los colores, según un estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Rochester de Nueva York, publicado en la revista Psychological Science.

Los investigadores hicieron dos experimentos en los que participaron más de 150 personas. En el primer estudio quisieron probar un contraste obvio: tristeza vs diversión, entretenimiento; pero la prueba se vio limitada por la falta de un grupo control. En el segundo estudio, buscaron un contraste más controlado: tristeza vs neutralidad. Como el estudio fue realizado en estudiantes universitarios que participaron en el experimento por créditos, una práctica común en este campo, los investigadores no tuvieron forma de evaluar la posibilidad de prejuicios con sus datos. Los estudiantes reportaron sus propias emociones.

Algunos de los participantes vieron la escena de la película “El Rey León” en la que muere Mufasa: vieron cómo los ojos de Simba, el protagonista, se abrían y llenaban de lágrimas al son de una música triste mientras empujaba con el hocico a su padre moribundo. Otros participantes vieron un video de comedia o un salvapantallas neutro.

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Después, todos hicieron una prueba de percepción de color, en la que debían identificar los colores en una muestra de tonalidades pálidas, que se parecían al gris. Los investigadores descubrieron que la capacidad para discernir los colores de los participantes que vieron imágenes neutras o divertidas se mantenía igual, mientras que los sujetos que habían visto la escena triste tenían problemas para discernir los colores del eje azul-amarillo.

El ojo interpreta todo el espectro de colores valorando la luz en base a dos ejes de color: el eje rojo-verde y el eje azul-amarillo.

Según los investigadores, la percepción de los colores del eje azul-amarillo está relacionada con la dopamina (hormona del agrado), que es esencial para la motivación y su deficiencia está asociada a la depresión, la apatía y la falta de motivación.

Algunos estudios han mostrado que la percepción del eje azul-amarillo también podría asociarse con condiciones clínicas como la depresión y el TDAH, que involucra la desregulación del neurotransmisor dopamina, y la dopamina puede afectar la sensibilidad ocular.

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Pero Christopher Thorstenson (líder de la investigación que presenta este artículo) advierte que esta conexión aún es especulativa.

“Nuestros experiencias demuestran que el humor y la emoción pueden afectar cómo vemos el mundo que nos rodea”, concluyó Thorsteston.