Muchas de las especies vegetales que crecen por todo el mundo tienen usos tradicionales ya que contienen componentes activos que ejercen un efecto directo sobre el cuerpo. Son utilizadas tanto en herboristería como en la medicina convencional y aportan beneficios de los que suelen carecer las toxicos farmacéuticas, ayudando a combatir la enfermedad y a apoyar los esfuerzos del cuerpo para recuperar la bienestar.
No hay duda de que, en situaciones extremas, los tratamientos de la medicina moderna pueden ofrecer una oportunidad incomparable para aliviar síntomas y salvar vidas. En un artículo periodístico de 1993 se explicaban las terribles condiciones en que se hallaba un hospital dañado en Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina . Privados de material médico y medicinas, los doctores se veían obligados a utilizar una hierba europea muy conocida, la valeriana, como calmante para los perjudicados y como anestésico. La valeriana es eficaz para la ansiedad y la tensión nerviosa, pero lamentablemente inadecuada como analgésico o anestésico.
Las medicinas convencionales de farmacia mantienen la vida y contrarrestan las infecciones en situaciones en que otros tipos de tratamiento tendrían poco que ofrecer. Las técnicas quirúrgicas modernas, tales como la cirugía plástica y la microcirugía, así como toda la serie de aparatos para mantener la vida que se tienen hoy día, pueden emplearse para aumentar las posibilidades de recuperación de las perjudicadas o enfermedades graves.
LAS VENTAJAS DE LA HERBORISTERÍA
De todos modos, y a pesar de los espectaculares avances y ventajas de la medicina convencional, o biomedicina, como se la denomina también, es evidente que la herboristería tiene mucho que ofrecer.Tenemos tendencia a olvidar que siempre, salvo en los últimos cincuenta años más o menos, los humanos han confiado casi totalmente en las plantas para tratar toda clase de enfermedades, desde problemas menores como la tos y el resfriado hasta enfermedades que pueden ser mortales como la tuberculosis y la malaria. Hoy día, las medicinas de hierbas vuelven a adquirir importancia debido a que las convencionales, como los antibióticos, que en cierto momento han sido de eficacia prácticamente universal contra las infecciones graves, están decayendo. Durante años, los organismos infecciosos han desarrollado mecanismos de resistencia a los medicamentos de síntesis y, por ejemplo, ahora se está empleando la hierba qing hao y su componente activo artemisina, para tratar la malaria en zonas del mundo en las que el protozoo que provoca la infección ya no responde a los tratamientos habituales.
La herboristería suele servir de complemento a los tratamientos convencionales proporcionando remedios seguros y con buena tolerancia para las enfermedades crónicas. En los países occidentales está experimentando un renacimiento espectacular, en parte porque no existen todavía tratamientos convencionales eficaces para muchas enfermedades crónicas como el asma, la artritis y el síndrome del colon irritable.
Además, la preocupación por los efectos secundarios de la biomedicina anima a la gente a buscar formas más suaves de tratamiento. Se calcula que entre un 10% y un 20% de los pacientes hospitalizados en occidente se deben a los efectos secundarios de los tratamientos médicos convencionales.
USOS PRUDENTE DE LAS HIERBAS
Las hierbas de uso más frecuente son muy seguras. Pero algunas plantas pueden producir efectos secundarios y, al igual que todas las medicinas, los remedios de hierbas deben tratarse con prudencia. Para evitar consecuencias negativas, es fundamental tomar o utilizar determinadas plantas únicamente bajo la supervisión de un buen especialista. Por ejemplo, la efedra puede ser tremendamente tóxica en dosis inadecuadas y se cree que la consuelda, una hierba muy popular en el pasado, puede producir daños graves e incluso fatales en el hígado en circunstancias determinadas. Sin embargo, cuando se utiliza correctamente un medicamento de hierbas, las posibilidades de que produzcan efectos secundarios graves son remotas.
SUSTANCIAS QUÍMICAS VEGETALES POTENTES
La capacidad de un medicamento herbáceo para afectar a los sistemas corporales depende de los componentes químicos que contenga. Los científicos empezaron a extraer y aislar las sustancias químicas de las plantas por primera vez en el siglo XVIII y desde ese momento nos hemos acostumbrado a considerar a las hierbas y sus efectos según los componentes activos que contienen. Esta Enciclopedia no es una excepción; proporciona detalles de los principales componentes activos de las hierbas tradicionales incluidas y explica sus efectos.
La investigación de los componentes aislados de las plantas es de gran importancia ya que ha dado origen a muchos de los medicamentos más útiles del mundo. La tubocurarina, el relajante muscular más potente que existe, es un derivado del curare y el calmante más fuerte de todos, la morfina, procede de la adormidera. Muchos anestésicos se obtienen también de plantas, por ejemplo la cocaína, que procede de la coca.
En la década de los biomedicina, se interesa sobre todo por el uso y los efectos de las plantas completas -medicinas que han sido dadas, literalmente, por dioses o diosas en lugar de haber sido obtenidas en un laboratorio-. Del mismo modo que al desmontar las piezas de un reloj e identificar sus partes principales no se muestra cómo funciona, dividir una hierba tradicional en las partes que la componen no puede explicar con exactitud cómo actúa en su forma natural. La hierba completa es bastante más que la suma de sus partes y la investigación científica muestra cada vez más que los componentes activos de muchas hierbas, por ejemplo los del ginkgo actúan entre sí en formas complejas para producir el efecto terapéutico global del remedio.
Las plantas contienen cientos, si no miles, de distintas sustancias químicas que interactúan de modo complejo.
Es frecuente no saber con exactitud cómo actúa una hierba concreta, incluso si sus propiedades tradicionales son bien conocidas. El enfoque farmacológico para entender cómo operan las hierbas completas es como tratar de armar un rompecabezas cuando se dispone sólo de algunas piezas. Además, aunque resulta muy útil saber que una planta contiene determinados componentes activos, esta información puede ser engañosa por sí misma. Por ejemplo, el té y el café contienen aproximadamente los mismos niveles de cafeína. Sin embargo, el té contiene una cantidad mucho mayor de taninos (que dan al té su sabor acre y astringente). Estos componentes reducen la cantidad de nutrientes y toxicos que pasan de los intestinos al flujo sanguíneo y, por consiguiente, se absorbe menos cafeína. La consecuencia, que da la razón a la experiencia de muchas personas, es que el té resulta menos activante que el café. Este ejemplo revela un par de verdades fundamentales sobre la herboristería. En primer lugar, la experiencia del especialista en hierbas y del paciente es lo que suele proporcionar la guía más fiable del efecto tradicional de cada hierba. En segundo lugar, el valor de una hierba tradicional no puede reducirse simplemente a una lista de sus componentes activos.
EL VALOR DE LAS PLANTAS COMPLETAS
Si bien es importante comprender los efectos de cada uno de los componentes activos, la herboristería, a diferencia de la biomedicina, se interesa sobre todo por el uso y los efectos de las plantas completas -medicinas que han sido dadas, literalmente, por dioses o diosas en lugar de haber sido obtenidas en un laboratorio-. Del mismo modo que al desmontar las piezas de un reloj e identificar sus partes principales no se muestra cómo funciona, dividir una hierba tradicional en las partes que la componen no puede explicar con exactitud cómo actúa en su forma natural. La hierba completa es bastante más que la suma de sus partes y la investigación científica muestra cada vez más que los componentes activos de muchas hierbas, por ejemplo los del ginkgo actúan entre sí en formas complejas para producir el efecto terapéutico global del remedio.
Las plantas contienen cientos, si no miles, de distintas sustancias químicas que interactúan de modo complejo.
Es frecuente no saber con exactitud cómo actúa una hierba concreta, incluso si sus propiedades tradicionales son bien conocidas. El enfoque farmacológico para entender cómo operan las hierbas completas es como tratar de armar un rompecabezas cuando se dispone sólo de algunas piezas. Además, aunque resulta muy útil saber que una planta contiene determinados componentes activos, esta información puede ser engañosa por sí misma. Por ejemplo, el té y el café contienen aproximadamente los mismos niveles de cafeína. Sin embargo, el té contiene una cantidad mucho mayor de taninos (que dan al té su sabor acre y astringente). Estos componentes reducen la cantidad de nutrientes y toxicos que pasan de los intestinos al flujo sanguíneo y, por consiguiente, se absorbe menos cafeína. La consecuencia, que da la razón a la experiencia de muchas personas, es que el té resulta menos activante que el café.
Este ejemplo revela un par de verdades fundamentales sobre la herboristería. En primer lugar, la experiencia del especialista en hierbas y del paciente es lo que suele proporcionar la guía más fiable del efecto tradicional de cada hierba. En segundo lugar, el valor de una hierba tradicional no puede reducirse simplemente a una lista de sus componentes activos.
PLANTAS COMO ALIMENTOS Y MEDICINAS
El cuerpo humano está mucho mejor adaptado al tratamiento con remedios herbáceos que con medicamentos químicos aislados. Hemos evolucionado codo a codo con las plantas durante decenas de miles de años y nuestro sistema digestivo y fisiológico en general está preparado para digerir y utilizar alimentos vegetales que suelen tener valor tradicional además de proporcionar sustento.
La línea divisoria entre alimentos y medicinas no siempre está clara. ¿Son medicamentos los limones, las papayas, las cebollas y la avena? El limón mejora la resistencia a las infecciones; la papaya se toma en algunas partes del mundo para expulsar lombrices; la cebolla alivia las infecciones bronquiales; y la avena sirve en la convalecencia. En efecto, la herboristería adquiere su entidad cuando se elimina la distinción entre alimento
y medicina.