Te duele «todo» o te duele «ahí». A veces no está claro dónde. Pero te duele. Y con el mal tiempo empeora. Y peinsas «¿Reuma? ¿A mi edad?». Aquí te dejamos un par de cataplasmas de arcilla contra el reuma y algunos consejos para aliviar sus síntomas.

El reuma agrupa una serie de enfermedades que afectan a los huesos y articulaciones. Es la forma coloquial que usamos para referirnos a alguna de las más de cien enfermedades que pueden afectar a los huesos, las articulaciones o los músculos de nuestro cuerpo. Quizá de todas las enfermedades reumáticas la más conocida sea la artrosis, pero hay decenas más, como la artritis reumatoide, la gota, la espondilitis anquilosante, la osteoporosis, la fibromialgia o el lupus. Todas ellas producen dolor y dificultad de movimiento.

Existen, naturalmente, varios remedios para aliviar sus síntomas, por lo que vamos a empezar con un par de cataplasmas de arcilla.

Una de las mayores ventajas de la arcilla es que se puede aplicar fría, para aliviar las zonas doloridas que desprenden calor y también atemperado.

La aplicación en atemperado de la arcilla tradicional surte efectos maravillosos contra los dolores reumáticos, porque permiten un termotratamiento sencillo y desprenden un calor fuerte y profundo durante mucho tiempo sin dar la sensación de ser demasiado atemperados.

El calor profundo de las cataplasmas de fango, junto a los ingredientes especiales (azufre, electrolitos, minerales y oligoelementos) de la arcilla, actúan contra el reumatismo y alivian los dolores reumáticos.

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Cada persona, en función del tipo de molestia que sienta, sabrá, intuitivamente, si prefiere utilizar la arcilla fría o atemperado.

Cataplasma de sábila y arcilla

Ingredientes:

  • Tres cucharas de gel de sábila
  • Media taza de arcilla para modelar
  • Una cáscara de naranja
  • Una cucharilla de locoto en polvo
  • Una taza de agua

Preparación: Hidratar la arcilla con la taza de agua formando una masa suave, a esta masa agregarle las tres cucharas de gel de sábila.  Simultáneamente rallar finamente la cascara de naranja y agregarla a la masa juntamente con el locoto en polvo.  Cuando todo esté bien amasado y mezclado guardar en una bolsa plástica en el refrigerador. Tratamiento: Aplicar en la zona afectada un poco de esta arcilla en forma de cataplasma cubriendo con un papel periódico.  El tratamiento debe ser de dos veces al día durante una hora, por quince días.

Otra opción de cataplasma con arcilla sería aplicarlo con aceite de hígado de bacalao y manzanilla.

Para empezar esta cataplasma limpiaremos bien la zona en la que vamos a aplicar la cataplasma y daremos un suave masaje con aceite de hígado de balacao o aceite de almendras dulces y unas gotitas de aceite esencial de menta o cilantro.

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Para preparar la arcilla la mezclaremos con el agua de una infusión de manzanilla, y así añadiremos las propiedades antiinflamatorias de la manzanilla a las propiedades curativas de la arcilla.

La cantidad de los ingredientes dependerá de la zona en la que queramos aplicarla, pero la textura debería quedar más o menos como una bechamel, fácil de extender pero consistente.

Una vez aplicada la arcilla la dejaremos actuar entre media hora y una hora.

Si la zona desprende mucho calor podemos ir cambiándola cuando la notemos muy atemperado (cada 8-10 minutos, más o menos) y así añadiremos el alivio del frescor a las propiedades curativas.

Pasado el tiempo retiramos la arcilla con una toalla húmeda y limpiamos bien la zona, para aplicar después un poco de aceite esencial de lavanda.

Es recomendable, además, de vez en tomar un par de veces al día zumo de limón diluido en un poco de agua con miel, ya que nos ayudará a aliviar los síntomas desde el interior.

Consejos de utilización de la arcilla:

  • La arcilla permanece activa en unas ciertas condiciones. Cuando se procede a una elevación brusca de la temperatura, la arcilla puede perder gran parte de su poder terapéutico. Por lo tanto, deberemos evitar un calentamiento brusco al prepararla, evitando no sobrepasar de la temperatura de ebullición del agua.
  • La arcilla seca no tiene tanto valor terapéutico; las verdaderas propiedades las encontraremos cuando la arcilla ha sido humedecida (preparada).
  • Es muy importante que no se utilice metal en la preparación de la arcilla. Lo ideal es utilizar recipientes de cristal, cerámica o porcelana y espátulas de madera.
  • A la hora de amasar y mezclar la arcilla con agua, utilizar el agua de decocciones de diversas plantas tradicionales, en vez del agua sola. Por ejemplo la cola de caballo, el romero, la salvia, etc.
  • Si tenemos que calentar la arcilla, lo haremos al baño maría, nunca en el microondas.
  • No hay que reutilizar la arcilla
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